domingo, 24 de noviembre de 2013

Federalismo inoperante

El federalismo es una forma de estructurar el ejercicio de gobierno, que tiende a una mayor democratización de la sociedad, ya que evita la concentración del poder en pocas manos, con lo que se fragmenta su ejercicio en beneficio de la participación política, de la representatividad, la inclusión de minorías y fomenta la eficacia y eficiencia del gobierno.

En esa medida, el federalismo debe partir de la premisa de un balance funcional que integre a una Federación fuerte, junto con estados y municipios también fuertes. No hay niveles, sino órdenes de gobierno en el que cada uno tiene atribuciones específicas, que deben de estar definidas y articuladas para que sean ejercidas de forma eficaz, legal y democrática.

En México, el origen del federalismo atiende a un esquema de organización del gobierno con fundamento territorial, más que a una auténtica cesión de atribuciones en beneficio del pacto federal. Sin embargo, desde sus inicios a la fecha, ha distado mucho de ser un eje democratizador para la sociedad.

Año tras año, los estados pierden atribuciones en beneficio de la Federación. Cuando menos del año 2000 a la fecha, 19 reformas constitucionales le han otorgado nuevas atribuciones al Congreso de la Unión, lo que implica una pérdida de facultades a los estados. Por su parte, el federalismo mexicano se ha corrompido de tal forma que los estados y municipios tienen una escasa, si no es que nula, capacidad de recaudación. Por lo que el gobierno federal cobra impuestos en su lugar, a través de los convenios de coordinación y entrega recursos por medio de las participaciones y aportaciones federales.

Salvo la salud y la educación, que son sectores concurrentes en estado crítico, por decir lo menos, el resto del federalismo en México es una simple estructura de organización con fines electorales, de reparto de la agenda política, de distribución de ingresos y poco más. Es decir, la estructura federal que debería servir para potenciar regiones con base en sus características esenciales, en donde se compita por inversiones, educación, salud, industria, valores democráticos, es inexistente. El gran problema del federalismo mexicano radica en su estructura.

Los estados deberían tener más atribuciones y no menos y la Federación se debería abocar a temas estrictamente nacionales, como el comercio, la seguridad y la economía, entre otros. Por ejemplo, los estados deberían de tener la posibilidad de articular alternativas de acceso al poder, como las candidaturas independientes o la reelección, y hacer efectivos y reales ciertos impuestos o no. Ello haría que compitan entre sí, porque como se sabe, la competencia genera calidad y, en este caso, la calidad además de económica, sería democrática.

En ese sentido, se debe adoptar un esquema federal que dote de mayores atribuciones a los estados y municipios teniendo como base el eje de la cooperación y subsidiariedad. En donde sólo si un estado o un municipio no es capaz de cumplir con su mandato, entonces la Federación asumiría temporalmente esa obligación (por ejemplo, hoy Michoacán).

Otra premisa es considerar el federalismo asimétrico, en donde existe una bolsa o lista de atribuciones para las entidades federadas que, con base en sus capacidades reales, estos adquieran las que sean realmente capaces de llevar a cabo y la Federación ejecute las restantes en tanto que estados o municipios las puedan efectivamente realizar.

Estas consideraciones en principio contemplan las diferencias regionales de los estados, en beneficio de los ciudadanos. Es decir, no es lo mismo la capacidad económica y contributiva de Nuevo León que de Oaxaca. Por tanto, se conservaría la igualdad jurídica del pacto federal, pero se asume como una realidad que las diferencias existen.

Con ello, el federalismo puede convertirse en un potenciador de la economía regional, a la par que se apoya estructuralmente a las zonas más rezagadas del país, mientras que sirve como detonador de una mayor democratización para la sociedad.

Gonzalo Sánchez de Tagle
Maestro en derecho constitucional por la Universidad de Georgetown.

Twitter: @gstagle

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