La imagen del abogado suele asociarse popularmente con la idea de que éste vive entre demandas, pleitos y tribunales. Se liga la idea del abogado exitoso a aquél que consigue un buen número de triunfos para sus clientes, aún en casos que parecen imposibles, pero ¿existe alguna técnica útil para poder incrementar las posibilidades de triunfo en un juicio? Yo creo que si, al menos en los juicios de estricto derecho y donde no existe suplencia de la queja por el tribunal hacia alguna de las partes litigantes. Obvio, no hay nada que como abogado te garantice en absoluto el tener la seguridad de ganar un caso, pues como alguna vez me dijo un viejo amigo al preguntarle en una pelea de gallos que si estaba 100% seguro de que su animal tenía más posibilidades de triunfo para apostarle, contestándome “pues mira, los 2 contendientes traen navajas”.
Hace más de 2,300 años se escribió en China uno de los libros más leídos en la historia de la humanidad, que aunque en realidad era un pequeño manual de estrategias militares para la guerra, al cabo del tiempo se ha usado indistintamente para cursos de negocios, de liderazgo, y nos puede servir quizá para el empleo de técnicas de litigio. Se llama “El arte de la guerra” y el autor es Sun Tzu.
Así, cuando uno entra como abogado postulante a un juicio, hay que ver el escenario desde la óptica que te toque representar. Ser abogado del actor es diametralmente opuesto a la estrategia que se emplearía como defensor del demandado, pues sus fines y armas son distintas. El actor lo que busca no sólo es ganar su demanda, sino que quiere obtener todas sus pretensiones reclamadas y además hacerlo lo más rápido posible. El demandado en cambio, además de su obvio deseo de triunfo en cuanto al fondo del problema, la más de las veces busca sólo repeler el ataque del contrario, alargando el pleito lo más posible para ganar tiempo, y con ello mejorar sus posibilidades de negociación o la quita de alguna prestación a la que se le condenaría eventualmente.
Yo creo que ser abogado del actor es siempre más difícil y conlleva una mayor responsabilidad que defender al reo, por una sencilla razón: el demandado “empatando” se asume que gana en el asunto, y el actor en cambio requiere tener una sentencia condenatoria para tener éxito. Hay muchas ocasiones en que la parte demandada aún y yendo rebelde (sin contestar la demanda y quizá sin poder ofrecer pruebas), alcanza a “ganar el juicio”, más por los defectos del actor de no probar su acción que por los aciertos de ella misma. Y sin embargo, para el cliente que no conoce de leyes eso cuenta como un triunfo del defensor del enjuiciado.
Ello es así, dado que por una cuestión de técnica procesal el estudio de los requisitos de procedencia de la acción que se ejerce en juicio, es algo que debe estudiar de oficio el juez al sentenciar, y entonces el actor requiere sortear ese primer filtro para posteriormente ver si alcanza a demostrar los hechos en que sustenta su demanda (la regla general probatoria en los juicios civiles indica que “el que afirma es quien está obligado a probar”), por lo que aún y suponiendo que avance con el primer supuesto, no por ello significa que en automático se tengan por acreditados los hechos en que se fundó la demanda.
También debo confesar que hay ocasiones como en los juicios ejecutivos, hipotecarios o de arrendamiento en que preferimos los abogados representar a la parte actora, al tener una ventaja en el pleito ya que el documento base del mismo es algo llamado “prueba preconstituida”, esto es, que la ley asume como inicialmente bien confeccionada y válida la misma, y entonces el juicio más bien es para que el demandado acredite su defensa y no para que para que el actor pruebe su acción (lo cual ya hizo de inicio presuntivamente). Es como ir a un partido de fútbol donde el demandado inicia el juego perdiendo de arranque 1-0 el marcador.
¿Qué estrategias consideramos son útiles al abogado para litigar un asunto? Sea cual sea la parte que se defienda en un pleito, hay cuestiones que aunque parezcan obvias, siempre son importantes tener en cuenta como por ejemplo: i) Saber con claridad cuál es la estrategia concreta con que se va a defender el asunto; ii) Intentar tener preparadas las pruebas antes del juicio y no arriesgarse de ser posible a intentar probar los hechos durante el pleito. Lo mismo aplica al demandado; iii) Tener un adecuado orden en la agenda para evitar se nos venzan plazos procesales o se olviden fechas de audiencias; iv) Dar seguimiento a todo el juicio, para no omitir realizar actos cruciales como preparar las pruebas, objetar documentos, colegiar periciales, impugnar decisiones intermedias, etc.; y, v) Contar siempre con un contrato de prestación de servicios profesionales con el cliente.
Claro que hay muchas cuestiones adicionales que tomar en cuenta al planear la defensa de un caso, pero eso será materia de estudio en nuestra siguiente entrega.