DECÁLOGO PARA EL BUEN
COMPORTAMIENTO ECONÓMICO DEL GOBIERNO
I.-
Una y otra vez los países enfrentan crisis que, a falta de una palabra
mejor, podemos llamar macroeconómicas, para diferenciarlas de los problemas
microeconómicos que, en el ámbito de la actividad económica, son, dada la
naturaleza misma de dicha actividad, lo habitual. Una cosa es un problema
enfrentado por un agente económico y otra una crisis que afecta a todas las
actividades económicas y que perjudica a la mayoría de los agentes económicos.
Los problemas que, de manera
individual, enfrentan los agentes económicos, son siempre el efecto de alguna
mala decisión tomada por ellos mismos, mala decisión que puede tener su causa
en variables que van, desde la incertidumbre propia del entorno económico,
hasta la imprudencia en su comportamiento. Por el contrario, las crisis
económicas que afectan a todas las actividades económicas, y que por ello
perjudican a la mayoría de los agentes económicos, (comenzando por aquello
quienes no cuentan con la suficiente capacidad para enfrentar, con mayor
productividad y competitividad, las crisis), son consecuencia de lo que, con
toda propiedad, podemos llamar mal comportamiento del gobierno, consecuencia de
la puesta en práctica de políticas económicas equivocadas, tanto en lo fiscal
como en lo monetario, como en lo industrial y lo comercial, por citar solamente
cuatro.
Convencido de que las crisis
económicas son siempre el resultado del mal comportamiento del gobierno, mismo
que tiene su causa en la creencia de que el gobierno, por la vía de sus
políticas económicas, lo puede todo, y que dado que lo puede todo lo debe todo, he
redactado El decálogo para el buen
comportamiento económico del gobierno, a favor de la libertad individual,
la propiedad privada y la competencia (misma que es posible, como se verá a lo
largo de estos escritos, en la medida en la que se respeta la libertad
individual y la propiedad privada), los tres pilares del progreso económico,
definido como la capacidad para producir más y mejores bienes y servicios, para
un mayor número de gente.
Pero no solamente que el
sistema económico basado en la libertad individual, la propiedad privada y la
competencia sea el más eficaz para conseguir esa mayor producción, de mejores
bienes y servicios, para un mayor número de gente, sino que es el único que
respeta los derechos naturales de la persona a la libertad individual y a la
propiedad privada, respeto que, además de ser la base de la convivencia
civilizada, da como resultado la mayor competencia posible, en todos los
sectores de la actividad económica, y en todos los mercados de la economía, lo
que se traduce en la trilogía de la competitividad: menores precios, mayor
calidad y mejor servicio, beneficiando a los consumidores a partir del mejor
uso posible, de parte de los oferentes, de los factores de la producción con
los que cuentan, mismos que, por ser escasos y de uso alternativo, deben usarse
de la mejor manera posible, lo cual quiere decir, uno, para producir lo que los
consumidores valoran y, dos, para producirlo al menor precio, con la mayor
calidad y con el mejor servicio posibles. El respeto a la libertad individual y
a la propiedad privada de los agentes económicos es, además de lo justo, lo más
eficaz.
II.-
A continuación transcribo El
decálogo para el buen comportamiento económico del gobierno.
I.-
Reconocerás plenamente, definirás puntualmente, y garantizarás jurídicamente,
la libertad individual para trabajar y emprender, invertir y producir,
distribuir y comerciar, consumir y ahorrar, así como la propiedad privada sobre
los medios de producción, el patrimonio y los ingresos.
II.- Aceptarás que toda
persona tiene el derecho de realizar la actividad económica que elija, tanto
por el lado de la producción como del consumo, siempre y cuando al hacerlo no
atente en contra de la vida, la propiedad y la libertad de los demás. Con pocas
palabras: no limitarás, salvo cuando al no hacerlo se atente en contra de los
derechos de los demás, la libertad de los agentes económicos.
III.- Aceptarás que toda persona
tiene derecho al producto íntegro de su trabajo. Dicho de otra manera: no
limitarás la propiedad sobre los ingresos, el patrimonio y los medios de
producción, salvo por la parte de los mismos que necesites, y obtengas por
medio del cobro de impuestos, para, de manera igual, garantizar la seguridad
contra la delincuencia e impartir justicia.
IV.- Reconocerás que, además de
la libertad individual y la propiedad privada, la competencia, sobre todo entre
oferentes, es condición necesaria del progreso económico, razón por la cual no
impondrás, por ningún motivo, ninguna medida que la limite. Por el contrario:
harás todo lo posible para promoverla y defenderla, comenzando por los sectores
estratégicos.
V.- Aceptarás que, además de la
libertad individual, la propiedad privada y la competencia en todos los
sectores de la actividad económica y en todos los mercados de la economía, una
moneda sana y fuerte, que mantenga la estabilidad de precios y preserve el
poder adquisitivo de consumidores y ahorradores, es requisito del progreso
económico, por lo que, uno, no generarás inflación y, dos, combatirás la que,
de manera espontánea, se genere en los mercados.
VI.- Reconocerás, como grave
error, tanto desde el punto de vista de la economía, como de la justicia, el
otorgamiento de privilegios (apoyos, protecciones, subsidios, concesiones monopólicas, etc.), a favor de grupos de intereses
pecuniarios, independientemente de que sean productores o consumidores, razón
por la cual, en ningún caso, por ningún motivo, y en ninguna medida, los
concederás, aceptando que tu participación en la esfera económica debe ser
neutral.
VII.- Aceptarás, como falta
peligrosa, el déficit presupuestario y, por ello, el endeudamiento, motivo por
el cual, por ninguna causa y en ningún monto, te endeudarás: financiarás todo
tu gasto, única y exclusivamente, con impuestos (como al final de cuentas
sucede).
VIII.- Reconocerás, como error
grave, la manipulación de precios, cualesquiera que estos sean, motivo por el
cual te abstendrás de practicarla.
IX.- Aceptarás que el sistema
impositivo correcto es el del impuesto único (ni uno más), homogéneo (la misma
tasa en todos los casos), universal (sin excepción de ningún tipo), no expoliatorio (para que su cobro no degenere en un robo con
todas la de la ley), al consumo (no al ingreso, no al patrimonio), aceptación
que te llevará a ponerlo en práctica.
X.-
Reconocerás que tu tarea en la economía no es la de intervenir en las
decisiones, elecciones y acciones que los agentes económicos lleven a cabo,
sino la de minimizar el costo de transacción de las mismas; que no es la de
modificar, de manera coactiva y a favor de uno de ellos, los acuerdos a los que
lleguen productores y consumidores, oferentes y demandantes, sino la de velar
por el cumplimiento de los mismos; que no es la de participar como productor de
bienes y servicios, mucho menos la de planear, conducir, coordinar y orientar
la actividad económica de las personas.
III.-
No basta con enunciar el
decálogo, hace falta explicarlo, mandamiento por mandamiento, para entender la
conexión entre el respeto a los derechos naturales de las personas a la
libertad individual y a la propiedad privada, esencia de la convivencia
civilizada, y la mayor competencia posible, en todos los sectores de la
actividad económica, y en todos los mercados de la economía, condición
necesaria del progreso económico.
Estos
mandamientos, que lo son para el buen
comportamiento económico del
gobierno, tienen que ver más con las filosofías políticas, del Estado y del
derecho, que con la ciencia económica. Tienen que ver con la pregunta ¿qué debe
hacer el gobierno?, misma que se puede responder desde varios ángulos - una
será la respuesta de un marxista, otra la de un mercantilista, otra la de un
keynesiano, otra la de un misesiano, y otra más la de un rothbardiano -, siendo correcto solamente uno de ellos.
Mi
respuesta, mucho más cercana a los misesianos y rothbardianos que a los keynesianos
y mercantilistas, parte de la definición del capitalismo como el arreglo
institucional basado en el reconocimiento pleno, la definición puntual y la
garantía jurídica de la libertad individual y la propiedad privada, con un
único límite: que ni el uso de esa propiedad, ni la práctica de esa libertad,
atente contra los derechos naturales de la persona a la vida, la libertad y la
propiedad o, dicho de otra manera, que ni la práctica de aquella libertad, ni
el uso de esta propiedad, suponga acciones delictivas por su propia naturaleza,
siendo tales las que violan dichos derechos. El capitalismo supone que,
respetando los derechos de los demás, y sin ningún privilegio otorgado por el
gobierno, cada quien pueda hacer todo lo que considere necesario para mejorar
su condición.
El respeto
de El decálogo
para buen comportamiento económico del gobierno da como resultado la economía de mercado en el sentido institucional
del término,
lo cual no es otra cosa más que el capitalismo, debiendo tener claro que las
crisis económicas no son la consecuencia, ni lógica ni necesaria del mismo,
sino el resultado inevitable de los elementos no capitalistas que operan, en
mayor o menor medida, en prácticamente todas las economías contemporáneas, elementos
no capitalistas que son desde mercantilistas hasta keynesianos, todos
contrarios a la libertad individual, a la propiedad privada y, por ello, a la
competencia, sin olvidar que si libertad individual, propiedad privada y
competencia son los tres pilares del progreso económico, esos elementos no
capitalistas, que en realidad son anticapitalistas, son contrarios al progreso
económico. También lo son, como ya lo veremos, contrarios a la convivencia
civilizada, basada en el respeto a los derechos de los demás.
En este, como en muchos otros temas, hay que ir más allá de las
fronteras.
05 de Diciembre de 2011
ARTURO DAMM ARNAL